viernes, 6 de noviembre de 2015

Próximamente respuesta publicada el 10/01/1962


FATIMA RECLAMA SU NOMBRE


(Carta abierta del catedrático Luis Seco de Lucena) PATRIA 12/12/1961
Sr. don Eduardo Molina Fajardo,

Mi querido amigo:


Leo siempre con interés los sabrosos artículos que vienes publicando en la página que PATRIA dedica diariamente a la Granada actual y a la evocación de la Granada de otros tiempos. El que apareció el pasado día 5 con el título de "La mirada hacia atrás", me induce a escribir esta carta con el doble propósito de advertirte de un pequeño error, escapado al correr de la pluma, y de completar la información que ofreces acerca de la tradición del "suspiro del moro".


El error se escapa con frecuencia de la pluma de literatos e historiadores insignes y lo que es más grave, lo encontramos  a veces, en tratados de historia de España, que se hayan como libros de textos en algunos centros docentes, lo cual, como es lógico, contribuye a su persistencia. Sin embargo, los granadinos debemos subsanarlo porque afecta a nuestra historia local.


Consiste dicho error en llamar Aixa a la esposa del sultán Abu-I-Hasan Alí (a quien conocemos por Muley Hacén) y madre del último monarca granadino Abu Abdalláh Muhammad, el que entregó esta ciudad a los Reyes Católicos y al cual vulgarmente denominamos Boabdil. El verdadero nombre de esta princesa que llegó a ser sultana, fué el de Fátima. Se llamó Aixa una hija suya y hermana, por lo tanto, de Boabdil.Hace ya varios años que en ALANDALUS, revista que editan las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada, y con el título "la sultana madre de Boabdil", publiqué un trabajo en el que, conjugando la información de una crónica y varios documentos árabes y un privilegio rodado de los Reyes Católicos fije el nombre (Fátima) y la genealogía (hijo del sultán Muhammad ben Nasr) de esta reina granadina, la cual, según cuentan las historias, fué mujer de varonil carácter, dotada de gran energía y de entero corazón.


Pienso que el suceso, real o imaginado, que dió origen al nombre del lugar granadino conocido por "Suspiro del Moro", acaso tenga más de real que de imaginado; a pesar de que siempre se ha creído lo contrario y ha sido considerado como una bella y conmovedora leyenda. Me afirma en tal opinión la circunstancia, que creo que hasta ahora no ha sido advertida, de que la versión recogida por fray Antonio de Guevera no fué la única que circuló en Granada durante la primera mitad del siglo XVI, en tiempos inmediatos al suceso.


Coetánea, si no anterior a la que el fraile nos dió en sus "epístolas familiares", es la que recogió el anónimo autor de la "Historia de la Casa Real de Granada", interesante opúsculo sobre los reyes nasaríes que conservaba inédito en la biblioteca de la Real Academia de Madrid, hasta que mi ilustre colega e investigador de la historia granadina desde el lado cristiano, don Juan de Mata Carriazo, catedrático de la Universidad de Sevilla, lo editó en nuestra MISCELANEA DE ESTUDIOS ARABES.Cuenta así el suceso el anónimo autor de la "Historia": "Vueltos los Reyes Católicos al campo con el rey Chiquito, en tanto que sus capitanes se apoderaban de las fuerzas, después a 6 de enero, entraron con grandísimo triunfo en la ciudad; de salió el rey Chiquito para ir a Val de Purchena en las Alpujarras. Y llegando a un monte donde se pierde la vista de Granada, como vuelta la cabeza se tornase a llorar, su madrastra la reina Zoloyra le dijo pues que no había sido para defenderla como hombre, que no llorase como muger".


La anónima "Historia" de donde procede el párrafo anterior debió ser escrita en la primera mitad del siglo XVI (según supone el señor Carriazo), es decir anterior o simultáneamente  a la aparición de las "Epístolas Familiares de fray Antonio de Guevera y no cabe suponer un plagio porque, además, las versiones recogidas por los autores de ambas obras son distintas. Coinciden en lo esencial: que Boabdil, al alejarse para siempre de Granada, reprimió un sollozo.


Según la versión de fray Antonio de Guevera, la madre de Boabdil (cuyo nombre no cita) reprochó a su hijo no haber sabido defender la capital de su reino. Según la versión del anónimo autor de la "Historia", fué su madrastra "Zoloyra" quién le lanzó el amargo reproche. En "Zoloyra" no cuesta trabajo descubrir una incorrecta transcripción castellana del árabe "Zorayya", nombre que tomó Isabel de Solís  cuando se convirtió al Islam y fué desposada por Muley Hacén.


Se ha venido creyendo que el relato de fray Antonio de Guevera es puramente imaginativo; pero tal sospecha carece ahora de todo fundamento y no es posible poner en tela de juicio que entre los moriscos granadinos de la primera mitad del siglo XVI circulaba conservado por tradición oral, como prueban sus dos distintas versiones, el relato de lo que acaeció a Boabdil en el lugar que hoy conocemos como el "Suspiro del Moro".


Las dos versiones conocidas des esta tradición, han tenido recensiones en historiadores posteriores. Podemos ver la de fray Antonio de Guevera en la "Historia de rebelión y castigo de los moriscos" de Luis del Mármol, cuya primera edición fué publicada a fines del siglo XVI, es decir sesenta años después de las "Epístolas familiares". La del anónimo autor de la "Historia de la Casa Real de Granada" la encontramos notablemente amplificada en el libro XL del "Compedio Historial" de Esteban de Garibay, publicado en Amberes el año 1571.


En una órbita mía sostengo que toda la leyenda tiene un fondo histórico que la creación literaria suele deformar en holocausto de la mayor fuerza política. No existe ninguna razón para negar ese fondo a la bella y conmovedora leyenda del "Suspiro del Moro". Al contrario, las fuentes informativas a que antes me refiero parecen afirmarlo de manera convincente. Para mí, lo histórico está en la leyenda, el suceso realmente acaecido, lo constituye el sollozo de Boabdil cuando contempló, por última vez, la ciudad de que le apartaba el Destino. Lo puramente imaginativo es el reproche que le lanzó su madre, según unos, o su madrastra, según otros; aditamento que imprime al relato una gran fuerza poética.


Un cordial saludo de tu buen amigo.

LUIS SECO DE LUCENA PAREDES



Nos congratula  que el ilustre catedrático, investigador afortunado de la historia árabe de Granada, coincida exactamente con nuestro parecer, expuesto en el artículo "La mirada hacia atrás", salvo en un dato onomástico. El criterio del que firma esta sección quedó condensado en tres líneas: "Dudamos de las palabras de Aixa, y acogemos con certeza las lágrimas del Boabdil de nuestras crónicas".


Respecto al Aixa en vez de Fátima, ya recordábamos que don Miguel Garrido Atienza aclaró, en 1910, el nombre de la madre del monarca nasrí, indicando el privilegio rodado, expedido en 30 de diciembre de 1492, en que se dice "e agora la Reyna cetí Fátima, madre del dicho Rey Muley  Baavdili..."; pero consignando también que con el nombre de Aja o de Aixa "nos es más conocida".

Si el admirable profesor admite en las líneas anteriores doble denominación para Abu-I-Hassan Ali " a quien conocemos por Muley Hacén" , y Abu Abdallah Muhammad, "al cual vulgarmente denominamos Boabdil" y lo consiente aún en los textos estrictamente históricos, ¿cómo se sorprende de que en un texto literario recordemos a Aixa, siguiendo la observación del señor Garrido Atienza, porque así, al que escribe y a la totalidad de los lectores "no es más conocida"?

Por desgracia la pureza onomástica que pretende nuestro excelente amigo, - y que nosotros desde esta instante defendemos, aliándonos con él - su teoría no ha sido seguida aún por los historiadores de nuestro tiempo. Tenemos sobre la mesa en interesante "Diccionario de Historia de España" publicado en 1952 por la "Revista de Occidente", cuya sección "España árabe" ha sido dirigida por el orientalista  y académico don Emilio García Gómez; y en el leemos Aixa en vez de Fátima. En el extenso "Manual de Historia de España de don Pedro Aguado Bleye, revisado por don Cayetano Alcázar, editado en 1954 y que sirve de obra de consulta en la sección de Historia de las Facultades de Letras, se escribe Aixa. Y hasta en la magistralmente erudita "Miscelánea de Estudios Árabes" que dirige el propio don Luis, se publicó hace cuatro años un trabajo del profesor Juan de Mata Carriazo, - precisamente el estudio que se cita en la carta - y en el que se nombra dos veces a la reina Aixa, sin añadir ninguna nota aclaratoria.


A pesar de todo ello, y precisamente por eso, nos parece que el prestigioso catedrático y principal investigador español del reino de Taifas granadino. debe de incrementar su propaganda a favor del reconocimiento de Fátima en contra el Aixa. Y la primera medida localista ¿no debería ser el ayuntamiento de Granada que varíe el nombre de la Cuesta de Aixa? Pues mientras una calle de nuestra población proclame oficialmente su homenaje, con tal nombre a la madre de Boabdil, no hay nada que hacer. ¡ Y siempre será más fácil sustituir un azulejo en un muro, que unos renglones en millares de doctos volúmenes impresos!


E.M.F.

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