Luis Seco de Lucena; su destino: ser periodista
El 20
de septiembre de 1880 aparece en la prensa granadina el primer número de un
periódico que prometía ser la mano impulsora de los intereses de Granada, de su
provincia y de los granadinos. Sin miedo, gozando de libertad de expresión,
Luis Seco de Lucena ponía punto de partida a su mayor ambición: un periódico
independiente. En su primera página claramente y con orgullo proclamaba: “EL
DEFENSOR DE GRANADA es un periódico independiente: “he aquí nuestra profesión
de fé. La llevamos por nombre, va tan unida a nosotros que tendríamos que morir
para abjurar de ella. Defender con entusiasmo, con inflexible rectitud, los
intereses que cobija este hermoso cielo; no doblar la cabeza bajo la pesadumbre
y el yugo de los partidos; conquistarse las cariñosas simpatías de un pueblo
generoso, interpretando sus aspiraciones, denunciando los abusos que sobre él
graviten, es en verdad una empresa levantada, y nos enorgullece el haberla
acometido”.
Romper
con estas declaraciones hubiera supuesto para él, aceptar que criterios políticos impusieran a su pluma las palabras o ideas, y
por ello en 1914 dejó definitivamente la dirección del Defensor, a pesar de la cláusula
del convenio firmado el día de la venta en 1907 que estipulaba que continuaría
dirigiendo la publicación con carácter vitalicio.
Luis
Seco de Lucena dotó al periódico no sólo de una imprenta moderna y sofisticada
sino que también puso ésta última al servicio de cualquiera que quisiera
utilizarla para sus obras, folletos, publicidad, etc.…Sin embargo, y por encima
de todo, son dos las revoluciones que iban a modificar para siempre la prensa
granadina.
La
primera, llegó con el horario que le impuso a su propia persona durante 35 años,
trabajando 18 horas diarias desde la 11 de la mañana hasta las 5 de la madrugada:
El Defensor iba a salir ante el asombro de todos, por la mañana a primera hora,
imprimiéndose el periódico de noche, circunstancia nueva en Granada ya que los
demás periódicos salían por la tarde.
La
segunda, ligada a la primera, resultaba de la voluntad de que las noticias
fueran las más recientes posibles. Gracias a la invención del telégrafo, que se
incorporó a la redacción del periódico, éste iba a ofrecer a los lectores, dada
la época en la que nos situamos, los últimos y más recientes acontecimientos ocurridos
en España e incluso más allá de sus fronteras. Llevó esta faceta hasta el punto
de ofrecer a lo largo de un mismo día ampliaciones de noticias a través de un
servicio complementario.
No cabe
la menor duda que para ello, El Defensor tenía un equipo de colaboradores
implicados, ambiciosos y de gran valía profesional, además de que, algunos de
ellos, estuvieran como corresponsales repartidos en varias ciudades.
Con
una herramienta eficaz y una voluntad de acero, el periodista cogió su pluma,
no sólo para defender y denunciar injusticias y olvidos, sino también cuando
era necesario, dirigirse a la calle para lanzarse a la primera línea de fuego
con el fin de conseguir su propósito.
He
aquí una lista de hechos tan conocidos como lejanos en el tiempo, de los tantos
caballos de batalla de Seco de Lucena:
En
1884 durante los días que siguieron a los
terremotos ocurridos el 24 de diciembre, reunió a través de una suscripción
realizada mediante su periódico, los fondos necesarios para la compra de
material de primeros auxilios y partió a caballo junto con un amigo médico y un
colaborador suyo a los pueblos damnificados y asolados con el fin de repartir
equitativamente dicha ayuda. Tan profundamente le marcó la desdicha de aquella
gente que quiso poner su grano de arena llevando a su madre una chiquilla
huérfana y ofreciéndole así un nuevo hogar.
En
1885, cuando el cólera castigó
Granada y ante los estragos que sufría la población granadina, se puso en
contacto con las autoridades de Madrid mediante su telégrafo reclamando médicos
y fondos excepcionales para su socorro.
A consecuencia de ello, a las 24 horas llegó la tan necesaria ayuda. Entre
otras anécdotas encontré en su archivo unas notas donde apuntaba las visitas
que realizaba por aquel entonces a familias destrozadas por la llegada del
cólera, interesándose por los enfermos y la acogida de los que habían quedado huérfanos: “ averiguar el
paradero de la niña de 8 meses de edad que dejaron huérfana el matrimonio José
M. y Pilar G. a consecuencia de la epidemia…….sus hermanos están en la mayor
miseria pues la abuela es muy anciana…”.
En el
conflicto de la caña de azúcar
ofreciendo sus servicios de mediador, consiguió que se resolviera rápidamente y
de manera justa aquel problema que parecía no tener fin.
Favoreció
el cultivo de la remolacha a través
de varios artículos precisos detallados, pues calculaba que aquella industria iba
a traer riqueza y trabajo a una Granada castigada por una grave crisis.
También
actuó favorablemente, nuevamente de mediador, al intervenir en el litigio entre
el duque de Wellington y los labradores
de Chauchina obteniendo del duque la condonación de la enorme deuda debida
al impago de “los censos de las tierras” que pertenecían al aristócrata.
El
jueves 22 de noviembre 1894 las oficinas del Defensor se trasladan a Reyes Católicos, 8 y se
inaugura en la planta de arriba un salón
para los artistas en el que exponen sus obras, se organizan veladas musicales
y de magia, tertulias, exposiciones permanentes de “artículos de metal blanco”
para su venta, y todo ello con el fin de contribuir al desarrollo del arte
granadino.
En
1912 funda la Asociación de la prensa granadina, que cumple este año su
centenario.
Durante
más de 20 años se dedicó a realizar visitas diarias al conjunto monumental de
la Alhambra, recopilando sus abundantes notas en un libro único: “La Alhambra
como fue y como es”, (del que hemos realizado sus descendientes una edición
facsímil este año).
Fue nombrado “Vulgarizador de la
Alhambra”, y realizó folletos informativos para promocionarla a través de Consulados
y diversos Organismos en el extranjero.
Granada
supo en varias ocasiones agradecerle con entusiasmo y fervor la dedicación del
periodista a ella; tan sólo llevaba diez años en la ciudad cuando se le nombró
hijo adoptivo.
A fin de cuentas la mejor forma de resumir su
día a día, su forma de vivir el periodismo y su carácter es recogiendo una vez
más sus palabras: “que, si nuestro poder es menguado, la voluntad que nos anima
es indomable, y la esperanza de conseguir lo que nos proponemos es
indestructible”.
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